La guerra en Ucrania alcanzó un nuevo nivel de tensión este jueves con el lanzamiento de un misil balístico intercontinental ruso RS-26 Rubezh, dirigido hacia la ciudad de Dnipró. Este ataque marca un punto de inflexión en el conflicto, al ser la primera vez que Rusia emplea este tipo de armamento en la guerra que comenzó en 2022, según reportes de medios locales como Ukrainska Pravda.
De acuerdo con la Asociación de Control de Armas (ACA), el RS-26 tiene un alcance de 5,800 kilómetros y está diseñado para transportar ojivas nucleares, aunque también puede cargar explosivos convencionales. La Fuerza Aérea ucraniana confirmó que este misil no llevaba una ojiva nuclear, disipando momentáneamente los temores de una escalada nuclear tras el reciente decreto de Vladimir Putin que permite el uso de armas nucleares en conflictos convencionales.
En el ataque también participaron un misil aerobalístico Kh-47M2 Kinzhal y siete misiles crucero Kh-101, de los cuales seis fueron interceptados por las defensas ucranianas. Sin embargo, el RS-26 y el Kinzhal lograron impactar sus objetivos, demostrando la capacidad tecnológica del arsenal ruso.
Escalada en ambos frentes
Mientras Dnipró sufría este bombardeo, Ucrania lanzó un contraataque con drones hacia la región rusa de Astraján, según informó Andrí Kovalenko, jefe del Centro contra la Desinformación del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania. A través de su canal de Telegram, Kovalenko alentó a la resistencia ucraniana: “Dnipró, resiste. La región de Astraján ya está siendo atacada con drones”.
Por su parte, Moscú parece haber enviado un mensaje directo a Europa y Estados Unidos, que recientemente reforzaron su apoyo militar a Kiev. Este ataque ocurre días después de que el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, aprobara el uso de misiles de largo alcance por parte de Ucrania, desafiando al presidente electo Donald Trump, conocido por su postura conciliadora hacia Rusia.
Europa en alerta máxima
En respuesta al aumento de las hostilidades, países como Estados Unidos, España, Italia y Grecia han cerrado temporalmente sus embajadas en Kiev, citando el riesgo de ataques masivos. Este movimiento resalta la preocupación de Occidente por una posible escalada que podría extender el conflicto a otras partes de Europa.
Analistas internacionales han interpretado el uso del misil intercontinental como un intento de Rusia por consolidar su posición estratégica antes de cualquier negociación futura. Sin embargo, este acto podría acercar a Europa a una confrontación directa, una perspectiva que alimenta la incertidumbre en el escenario global.
El conflicto en Ucrania, lejos de apaciguarse, parece dirigirse hacia una etapa más peligrosa y difícil de contener.
Vía LPO