El Instituto de Israel para Investigación Biotecnológica anunció que ha probado con éxito una vacuna contra la COVID-19 en roedores, un paso que le permitirá avanzar en las pruebas con otros animales y, en una última fase, con humanos.
El centro, dependiente del Ministerio de Defensa, espera acabar la preparación de la vacuna en un año o incluso antes, según señaló en un informe publicado este pasado viernes en el repositorio biorXiv, un portal en el que los textos aún no han sido sometidos a revisión por otros expertos, aunque pueden dejar sus comentarios. Por el momento, no hay reacciones positivas ni negativas en la página.
Los investigadores experimentaron con dos grupos de hámsters infectados: unos no fueron vacunados y otros recibieron una vacuna “de dosis única” que produjo “una inducción rápida y potente de anticuerpos neutralizantes contra el SARS-CoV-2”, informó este domingo el digital local Times of Israel.
Los roedores inmunizados dejaron de perder peso corporal, a diferencia de los otros. A su vez, los pulmones de aquellos sin vacunar sufrieron “daños extensos en los tejidos y altos niveles virales”, lo que contrasta con los otros, que mostraron una “patología pulmonar menor y sin carga viral”.
Los experimentos con roedores son parte de un proceso preliminar clave para el desarrollo de vacunación contra el coronavirus. Si funcionan con éxito, las pruebas pueden seguir con otros animales y, en una última etapa, pasar a la experimentación con humanos para comprobar la efectividad de la vacuna y sus posibles efectos secundarios, especificaron los mismos investigadores en su informe.
Múltiples grupos de científicos israelíes, igual que los de muchos otros países del mundo, trabajan a contrarreloj para el desarrollo de vacunas y medicamentos contra la COVID-19, un proceso acelerado que abordan desde el inicio de la propagación de la pandemia.
El pasado mayo, el Instituto de Israel para Investigación Biotecnológica ya consiguió desarrollar anticuerpos que neutralizan el coronavirus, lo que debe servir para acelerar la creación de fármacos para pacientes infectados.
El país, donde el impacto del virus fue relativamente moderado, registra hasta el momento 305 fallecidos y más de 20.680 contagios, pero la rápida desescalada que hizo tras pasar su fase más crítica derivó estas últimas semanas en un aumento de las infecciones.
Ayer, un centro de investigación dependiente del Ejército aseguró que Israel ha entrado ya en una segunda oleada de contagios, y advirtió que si no se adoptan medidas para detener su propagación, en un mes podría haber mil casos diarios y cientos de muertes.
Ante ello, el Ministerio de Sanidad ordenó a los hospitales que se preparen para reabrir las salas especiales para tratar a pacientes con COVID-19.
El primer ministro, Benjamin Netanyahu, pidió hoy a la población que respete las precauciones necesarias -llevar mascarilla y mantener distanciamiento de dos metros- para “aplanar la curva”, frenar el aumento de contagios y evitar la imposición de nuevas restricciones y cierres que lleven al país a dar marcha atrás.
Según agregó, mañana se reunirá con el comité encargado de gestionar la crisis del coronavirus para “discutir los pasos necesarios” para afrontar la situación.
Otras esperanzas
Cuatro de las cerca de 200 candidatas a convertirse en la anhelada vacuna contra la COVID-19 (dos en China, una en EEUU y otra en Reino Unido) están cerca de entrar en la tercera fase de ensayos, última antes de su posible producción masiva, informó días atrás la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La experta india Soumya Swaminathan, jefa de investigación científica en el organismo con sede en Ginebra, expresó su confianza en que “en alrededor de dos semanas” estas cuatro candidatas, de entre una decena que están ya al final de la segunda fase, pasen a la mencionada fase tres de pruebas clínicas. Se trataría de la vacuna investigada por la farmacéutica AstraZeneca en colaboración con la británica Universidad de Oxford, la Messenger RNA desarrollada por el Centro de Investigación de Vacunas de EEUU y la compañía Moderna, y dos candidatas de sendas instituciones médicas de China.
La fase dos de la investigación de una vacuna implica pruebas en un centenar de voluntarios, mientras que la tercera extiende las pruebas a millares de personas, en un proceso que normalmente dura al menos un año o año y medio pero que cientos de instituciones están intentando acelerar debido a la gravedad de la pandemia.
(Con información de EFE)