“Otro Apretón a Sheinbaum”
en Opinión de
Raymundo Riva Palacio – 24 de junio de 2024
Las diferencias entre Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum continúan creciendo. El presidente, respaldado por su círculo cercano, está utilizando todas sus herramientas para acotar y controlar a la presidenta electa, Sheinbaum, inmovilizándola lo máximo posible. Esta estrategia, impulsada por la creencia de que los más de 35 millones de votos obtenidos en la última elección le pertenecen a López Obrador y no a su sucesora, se revela como un juego peligroso para cualquier político sensato, excepto para el presidente y su claque, que buscan perpetuar su influencia.
López Obrador no se ha conformado con imponer su agenda legislativa para los últimos días de su mandato, ni con dictar el programa de gobierno para el primer año de Sheinbaum, o incluso con la imposición de un gabinete transexenal. Ha arrastrado a Sheinbaum a acompañarlo en eventos por todo el país, distrayéndola de sus tareas esenciales, como afinar su equipo de trabajo y establecer prioridades, roles que han sido asumidos en su lugar por Juan Ramón de la Fuente, Jesús María Tarriba y Omar García Harfuch. Mientras tanto, desde Palacio Nacional, se prepara otro apretón a la tuerca.
La molestia del presidente con Sheinbaum, debido a sus posturas en materia de políticas públicas energéticas y su apertura a proyectos de co-inversión con el sector privado, así como su agenda feminista y LGBT, ha sido aprovechada por su asesor político, Rafael Barajas, “El Fisgón”. Barajas ha propuesto un mecanismo para obligar a los legisladores de Morena a seguir las órdenes de López Obrador, bajo la amenaza de expulsión del partido si no cumplen. Este plan ha sido aprobado por el presidente, quien pretende controlar a Sheinbaum mediante los poderes Legislativo y Judicial.
La reforma al Poder Judicial, uno de los pilares del control de López Obrador, será gestionada por Arturo Zaldívar, a pesar de las reservas de Sheinbaum, quien teme que su implementación inmediata pueda desestabilizar los mercados y frenar nuevas inversiones. Sin embargo, el presidente ha rechazado tajantemente cualquier modificación a sus planes.
Esta estrategia no ha pasado desapercibida para la presidenta electa, pero su capacidad de maniobra es limitada hasta que asuma oficialmente el cargo el 1 de octubre. Para entonces, la operación de control de López Obrador estará completamente instalada. La presión es tan intensa que varios colaboradores de Sheinbaum evitan comunicarse con los futuros legisladores para no provocar represalias del presidente.
La información que López Obrador tiene sobre Sheinbaum y su equipo proviene de infiltrados en su campaña y del sistema de intercepción de comunicaciones manejado por el fiscal general Alejandro Gertz Manero. Este conocimiento detallado ha llevado a Sheinbaum a tomar decisiones de manera sumamente reservada, consultando solo a su círculo más cercano antes de implementarlas.
El enfoque de corto plazo del presidente, centrado en asegurar su legado sin importar el éxito del gobierno de Sheinbaum, revela una visión miope. Si el próximo gobierno fracasa, el costo político recaerá sobre ella, no sobre él. Esta dinámica podría generar tensiones que afecten la estabilidad y gobernabilidad del país en el futuro cercano.