La sucesión azul en Puebla será sangrienta

Por: Adriana Colchado

@tamalito_rosa

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La derrota electoral del pasado 2 de junio ha desencadenado una lucha interna en el Partido Acción Nacional (PAN) de Puebla. El partido fue abatido por Morena, perdiendo las pocas posiciones que les quedaban: todas las diputaciones locales, la alcaldía de la capital, la mayoría de los municipios, y la gubernatura por una diferencia de votos aplastante.

En respuesta a este descalabro, la dirigente estatal del PAN, Augusta Díaz de Rivera, tomó una decisión precipitada. En un gesto que, si bien era de esperarse, fue inoportuno, ofreció su renuncia, asumiendo su responsabilidad en una jornada electoral desastrosa para el partido. Pero eso no fue lo peor; junto con su renuncia, Díaz de Rivera alzó la mano a quien, según ella, debe sucederle en el cargo: Eduardo Rivera, ex candidato a la gubernatura.

Esta decisión ha generado una gran inconformidad dentro del PAN. Hoy, la diputada Mónica Rodríguez Della Vecchia expresó que Eduardo Rivera Pérez debe reflexionar sobre sus resultados y si desea dirigir al PAN, debe primero analizar los números que entregó, los cuales no son alentadores. Además, mencionó que en este proceso no se tomaron en cuenta a diversos liderazgos. A esta voz se sumó la diputada local Guadalupe Leal, quien afirmó que el PAN necesita un ejercicio de renovación y abrirse a candidatos ciudadanos, no necesariamente de los que integran el blanquiazul. Según Leal, “a el PAN no le ganó Morena, sino sus pésimos dirigentes, que nunca fueron una real oposición y lo demostraron cuando Barbosa era gobernador. Tienen que buscar candidaturas ciudadanas, porque las mismas caras ya no funcionan.”

Y así muchos otros miembros del PAN han manifestado a puerta cerrada su descontento ante la idea de que Eduardo Rivera sea el próximo dirigente. Es desconcertante que un hombre que viene cargando una deficiente operación electoral sea quien tome las riendas de un partido en crisis, que probablemente sea su peor momento.