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Sendero al Mictlán: Viaje al Inframundo

Por: Rocío Rios

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La Leyenda de Mictlán: Orígenes del Día de Muertos en México

Una de las tradiciones más emblemáticas de México es la celebración del Día de Muertos, una festividad que combina el legado prehispánico y las creencias traídas por los colonizadores españoles. Según historiadores, esta tradición tiene su origen en Mictlán, un lugar mítico de los antiguos pueblos mesoamericanos, como los mexicas, donde se creía que las almas de los muertos iban a descansar después de atravesar una serie de desafíos.

El Mictlán era un espacio espiritual dividido en nueve niveles, donde las almas debían superar pruebas que reflejaban su vida pasada y la forma en que fallecieron. El destino final de las almas estaba gobernado por los dioses Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli, quienes imponían una única condición para lograr el descanso eterno: superar cada obstáculo con la ayuda de sus familiares a través de ofrendas y rituales.

Uno de los niveles más conocidos es Itzcuintlán, el “lugar donde habita el perro”. Allí, los difuntos dependían de un Xoloitzcuintle para cruzar el río Apanohuacalhuia, pero no todos eran dignos de esta ayuda, ya que aquellos que maltrataron a los perros en vida quedaban varados. Otros niveles presentaban retos tan desafiantes como atravesar montañas que chocaban entre sí, soportar ventiscas en parajes helados o incluso enfrentar jaguares hambrientos en el “lugar donde te comen el corazón”.

El Mictlán, aunque un lugar sombrío, era visto como el destino inevitable para la mayoría de los difuntos, quienes al llegar a su noveno nivel finalmente alcanzaban el descanso eterno, tras dejar atrás todas sus pertenencias, recuerdos y penas.

La Influencia Española y la Transformación del Día de Muertos

Con la llegada de los conquistadores españoles, la cosmovisión indígena sobre la muerte se fusionó con el cristianismo, dando lugar a una celebración mestiza. Elementos como la cruz se integraron a las ofrendas, y la festividad coincidió con la celebración cristiana del Día de Todos los Santos. De esta manera, los antiguos rituales se alinearon con el calendario católico, adaptándose a las nuevas creencias religiosas.

Hoy en día, el Día de Muertos se celebra a partir del 31 de octubre, cuando las familias encienden veladoras y rezan en honor a sus seres queridos. Las ofrendas, repletas de flores, alimentos y objetos que los difuntos disfrutaban en vida, se colocan en los altares para darles la bienvenida a sus almas, que según la tradición, regresan para convivir con los vivos.

Aunque el Mictlán es ahora solo un mito, su influencia sigue viva en la rica tradición del Día de Muertos, una celebración que honra el ciclo de la vida y la muerte, y que continúa siendo uno de los símbolos culturales más poderosos de México.