La Historia de la Charrería: Un Legado de Tradición y Orgullo Nacional

Por: Rocío Rios

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Charrería: El Origen y Evolución del Deporte Nacional Mexicano

La charrería, un símbolo de identidad y tradición mexicana, tiene sus raíces profundas en la época colonial, cuando los indígenas eran menospreciados y se les negaba el acceso al caballo, un animal clave para la conquista española. Sin embargo, la necesidad de cuidar grandes rebaños en las haciendas llevó a que, en 1619, se otorgara la primera autorización oficial para que 22 indígenas montaran a caballo en la Hacienda de Santa Lucía, en lo que hoy es el estado de Hidalgo. Así comenzó a gestarse la charrería, una práctica que rápidamente se extendió por toda la Nueva España.

Durante el siglo XVI, el segundo Virrey de la Nueva España, Don Luís de Velasco, introdujo una montura distinta a la española, dando origen a las primeras sillas mexicanas y frenos, adaptados a las necesidades de los vaqueros locales. Los caciques otomíes y personajes como Sebastián de Aparicio, quien enseñó a los indígenas la doma de ganado, jugaron un papel crucial en el desarrollo de esta tradición que más tarde se conocería como charrería.

La charrería se convirtió en una práctica común en las haciendas de Hidalgo, Puebla, y el Estado de México, y eventualmente se expandió a todo el Virreinato, incluyendo la región de la Nueva Galicia, en Jalisco. Con el tiempo, la charrería evolucionó de ser una actividad funcional en las haciendas a convertirse en un espectáculo de destreza y valentía, especialmente con la aparición del “Charro Ponciano” en 1880, quien llevó la charrería a un nivel profesional y combinó esta práctica con la tauromaquia.

Ponciano Díaz, originario de la Hacienda de Atenco en Hidalgo, fue un pionero en la charrería profesional y llevó esta tradición a escenarios internacionales, incluyendo España y Estados Unidos, donde los charros mexicanos demostraron su maestría en el manejo del lazo y el caballo. Estas exhibiciones no solo consolidaron la charrería como un espectáculo reconocido, sino que también contribuyeron a la difusión de la cultura mexicana en el extranjero.

A lo largo de los años, la charrería ha sido fuente de inspiración para poetas, pintores, músicos, y artesanos, quienes han capturado la esencia de esta tradición en sus obras. La charrería está intrínsecamente ligada a diversas artesanías y oficios, como la sastrería, la talabartería, y la platería, y su práctica se ha convertido en un valor histórico y cultural fundamental para México.

En 1933, se fundó la Federación Nacional de Charros, que unificó las diversas asociaciones de charros en el país y estableció un reglamento común para las competencias de charrería. Este deporte, que fue declarado “Deporte Nacional” por el presidente Manuel Ávila Camacho, se celebra cada 14 de septiembre con el “Día del Charro”.

La charrería, que se divide en 10 suertes o maniobras, es un deporte completo que se practica al aire libre y requiere de gran destreza física y valentía. Los charros, quienes no perciben un sueldo por sus actuaciones, arriesgan su integridad en cada competencia, manteniendo viva una tradición que acorta la distancia entre este mundo y la eternidad.

Hoy en día, la charrería continúa siendo una parte integral de la cultura mexicana, con competencias estatales y nacionales que seleccionan a los mejores equipos del país, reafirmando así su lugar como una tradición inmortal que ha resistido la prueba del tiempo.