Mi cumpleaños número 48

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Ayer cumplí años -48-50-70 (los que quieran)- no importa el número, sino lo corrido y bailado que llega uno.

Temía que el volcán hiciera de las suyas y aventara algo de ceniza, así que no preparé fiesta en el Bada Bing ni en el Versalles.

Fue algo sencillo, desde una noche antes mis mujeres me comenzaron a mandar mensajes y algunas imágenes provocativas.

Hubo una que reservó una habitación en el fiesta americana, la rechacé.

Algunos políticos me hicieron llegar un poco de alcohol y polvo barato.

Un aprendiz de brujo me regaló una botella de champagne que le regalaron el día de su boda.

Un empresario me mandó una caja de puros de un cargamento ilegal que compró a un agente de la aduana

Mi Lolita fue generosa y es que ella me festejó como Abella Anderson manda: Con polvo entre sus muslos.

Recibí una llamada de la marranera: ¿Qué tengas larga vida muchacho? Sin duda me sentí en Sicilia.

La secretaria de un alcalde me llamó: ¿A dónde le mandamos sus flores Don Tonny? Mis manos sudaron y es que la última vez que vi flores fue en el funeral de mi tío junior.

Una mujer me felicitó y stalkeó; Veo que eres muy querido, estoy leyendo tus felicitaciones -me dijo- Tragué saliva y pensé: Soy hombre muerto.

Un examigo me llamó para desearme larga vida y pedirme que sea moderado: ‘Está cabrón lo del periodista asesinado en Tehuacán’ -me contó entre angustiado y burlón-

De pronto una llamada de Nacho, lo mandé a buzón.

10 minutos más tarde me llamó Estafa. Puse mi celular en modo avión.

El Sr de las Torres también me marcó. -No contesté-

Gotitas de miel me mandó un mensaje: “Felicidades, cuídate”

La paranoia se apoderó de mí.

Decidí cancelar todo. No sufriría un ataque el día de mi cumpleaños.

Fui a unas oficinas del Mirador, ahí encontré a un par de pillos con los que compartí el elevador.

Después me encontré con otro mafioso que daba instrucciones de como se debe lavar y planchar. Me dio de regalo un lingote de oro que me hizo llegar con una Lolita que tiene los mejores aretes y la sonrisa más provocadora que hayan visto mis ojos.

Después pasé al Costco y sentí un escalofrío cuando pasé por el lugar en donde habían ejecutado a mi amigo el ‘Golden Boy’, pufff, compré lo necesario: Un jabugo, una picanha, ensalada, pastel, vino y cerveza.

La cajera me reconoció y se mordió los labios. En un papel escribió: “Quisiera ver tus ojos desde tus rodillas”.

Mi paranoia era terrible y me negué a tenerla hincada frente a mí.

Me subí a mi camioneta y unas cuadras antes de llegar a mi casa una moto me comenzó a seguir, tomé mi glock y justo enfrente de mi domicilio bajé y le coloqué el cañón en la boca.

Mis hijas salieron a llenarme de besos y abrazos.

La moto llevaba pizzas.

El repartidor con facha de sicario estaba tirado en medio de un charco de orín.

Yo sudaba.

 

 

Mi cuenta en tuiter: @soprano_tonny

Columna ficción.