‘Las Yokono’

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Cuenta la leyenda que Yokono era una artista estadounidense de origen japonés que un día conoció a John Lennon, compositor y cantante ‘The Beatles’, con quien se casó. En opinión de muchos esta mujer acabó con la paz interna de la banda de Liverpool.

Hoy existen muchas mujeres que se transforman en esa artista de origen japones, es decir, en Yokonos. Aparecen y rompen la armonía. Es como una maldición.

En épocas electorales suelen aparecer en las casas de campaña no sin antes hacerse unos pequeños ajustes: se reducen el abdomen y se ponen un poco de tetas y cadera.

Son coquetas, son dueñas de una sonrisa eterna como si esta también hubiera sido parte de la cirugía y tienen un modo peculiar de andar; atributos que de inmediato despiertan el morbo del jefe y de sus colaboradores.

Las apuestas suelen surgir: “A ver quién se la tira primero’, y entonces empieza la competencia, los golpes bajos y la unidad del equipo se empieza a fracturar.

Se de una que fue novia de un empresario, que la recomendó y terminó siendo novia de dos más.

Hoy la paz que reinaba en esa oficina se ha roto por dos motivos: Por la Yokono y la calentura de dos hombres que hoy se detestan.

En otra oficina, también existe otra Yokono. Una mujer joven y dueña de una cintura sin un miligramo de grasa y con un par de largas piernas que son la llave para abrir cualquier puerta y tumbar cualquier acuerdo. Ella no anda con nadie, pero sale con varios. Lleva y trae información, lo que ha provocado que la paz que un día hubo en ese cuarto de guerra se convierta en un auténtico campo minado.

Cuando no estas preparado para enfrentar a una Yokono les crees todo. Al darse cuenta de tu inexperiencia te inventan un par de historias dignas para que Shakira se inspire.

Y entonces viene lo inevitable, un pequeño golpe a tu bolsillo que recibes estoicamente. Ese gesto de caballero no hará que te la tires, pero si te hará sentir como si te hubieras metido un par de hongos que te harán viajar y alucinar; y por supuesto hacerte justicia por tu propia mano en el baño de la oficina.

Se de otra que no pretende tirarse a media oficina, pero si al poder tras el trono. Lo seduce, lo provoca… juega con él al gato y el ratón.

Varias veces le ha dado a oler el queso y huye.

Pero dentro del circulo ha roto la paz, pues suele tergiversar la realidad para ponerla a modo de sus intereses.

Historias sobre ‘Las Yokono’ abundan por todos lados.

Es una in-cultura necesaria: poder y sexo, alguien escribió alguna vez  que de esto se trata este negocio.

Si usted logra descubrir a una Yokono, no huya, admírela y si tiene el poder y el cash: gócela.

Yo tengo otros gustos menos sofisticados, pero también menos dañinos: Las lolitas.

 

Mi cuenta en tuiter: @soprano_tonny

Columna ficción