Lamentablemente, en México, se impone lo popular sobre lo estratégico y mientras la educación no sea un pilar REAL del desarrollo, los políticos y la “sociedad civil” seguirán peleándose por temas tan irrelevantes como el contenido (político) de los libros de texto.
Alberto Pacheco
En recientes fechas, la discusión sobre los libros de texto ha sido mayúscula, de un lado y del otro, las confrontaciones han sido por demás, intestinas.
Que si adoctrinan, que si finalmente dicen la verdad, que si son comunistas o del diablo, pero lo único cierto, es que sea como sea, los libros son lo de menos y lo verdaderamente relevante y preocupante, es que seguimos atropellando a toda una nueva generación de niños, adolescentes y jóvenes, con un modelo educativo anacrónico, que en nada considera los grandes cambios globales, las tendencias y megatendencias del ahora, pero sobre todo, las del mañana.
Y es que si bien, a nivel cuantitativo, México tiene una cobertura educativa, bastante decente (más del 80% en educación media superior), la parte más importante, que es la sustancia del proceso de enseñanza-aprendizaje, se quedó varada desde hace más de 50 años y los datos no dan lugar a controversias.
Ni el 3% REAL de todos los estudiantes mexicanos, incluso considerando, desde nivel primaria hasta nivel licenciatura, hablan inglés o alguna otra lengua extranjera.
En 2018, México ocupó la penúltima posición en el reporte global PISA, que evalúa el conocimiento y las habilidades de los estudiantes de 15 años en lectura, matemáticas y ciencias.
Y aunque México se salió del informe, de acuerdo a reportes de la OCDE y el BID, México se rezagó mucho más durante la pandemia, y se habla de que la desventaja respecto a estudiantes de los demás países miembros de la OCDE, se incrementó en más de 2 años, lo que pondrá a las actuales y futuras generaciones de estudiantes, en la mayor desventaja profesional jamás vista en la historia moderna.
Otro dato alarmante de acuerdo a estudios de empresas como MANPOWER y la OCC MUNDIAL es que las empresas, sobre todo multinacionales, enfrentan grandes problemas para encontrar personal cualificado dentro de la mano de obra mexicana, debido a que no desarrollan desde el sistema educativo, las suficientes y necesarias habilidades y competencias de la demanda actual del mercado, lo que finalmente, los vuelve presa fácil de la precariedad laboral.
Tan drástico es el panorama, que hoy en día, un recién egresado de la universidad, gana entre 4 y 11 mil pesos mensuales (INEGI), si bien le va, dependiendo de la región del país adónde trabaje, siendo Puebla la peor, con 4 mil pesotes y Nuevo León, la mejor, con 11 mil.
Otro estudio de la OCDE, refiere que el sistema educativo mexicano no propicia el desarrollo de habilidades blandas, como el pensamiento analítico, crítico, el liderazgo o la resolución de problemas y encima, carcome la capacidad creativa de los estudiantes.
Respecto a las habilidades duras, el estudio refiere que estamos aún peor, pues al hablar de habilidades en finanzas, programación, diseño etc. Básicamente no existimos y mucho menos, se desarrollan tales, a edad temprana, es decir, en primaria y secundaria.
Un factor importantísimo de este rezago, es la centralización de la educación, pues los programas se diseñan de manera homogénea y se distribuyen a la totalidad de un territorio increíblemente heterogéneo. Además, los incentivos a la mejora continua no existen, pues los recursos destinados a las instituciones educativas no están supeditados a los resultados en aprovechamiento de sus estudiantes ni a evaluaciones adecuadas al profesorado.
La evidencia nos muestra casos como el de Estonia o Corea del Sur, adónde los programas educativos no son homogéneos ni centralizados; se diseñan tomando en cuenta en primer lugar, las vocaciones productivas de cada región, considerando las necesidades del mercado y el entorno.
Por lo cual, cada región con sus muy particulares características, es libre de diseñar un programa educativo acorde a lo que sus actividades económicas ponderantes demanden y las vocaciones productivas que se desarrollen a futuro, también requieran.
Encima, promueven un sistema de competencia positivo, en el que, a mayor rendimiento tanto de estudiantes como profesores, mayores subvenciones.
Lamentablemente, en México, se impone lo popular sobre lo estratégico y mientras la educación no sea un pilar REAL del desarrollo, los políticos y la “sociedad civil” seguirán peleándose por temas tan irrelevantes como el contenido (político) de los libros de texto.
Desviando la atención de lo verdaderamente importante, y es que, la educación no es un proceso de resultado inmediato, es una inversión a mediano y largo plazo, adónde muy probablemente, los resultados tangibles no los veremos antes de 15 años, cosa que ningún político está dispuesto a sopesar y en realidad, la sociedad tampoco.
El estado de bienestar que han construido algunos países, no nació, sin antes construir un modelo educativo que democratizara el acceso al mejor conocimiento, pues demostrado está, que la educación de calidad es el mayor igualador social, es lo único que nos pone en la misma posición de salida a todos, sin importar nuestras condiciones económicas particulares.
Países como Polonia o Estonia, lo entendieron a principios de los 90s y los resultados, los comenzaron a cosecharon tan solo hace menos de 15 años, pues como el mismo Lech Walesa (Presidente de Polonia de 1990 al 95) dijo alguna vez: “la prosperidad de nuestra nación, solo será posible, si hacemos de los niños de hoy, la generación de polacos mejor formada de nuestra historia y eso, solo lo lograremos, con la mejor educación jamás vista”
Lo peor de todo y sin necesidad de ser Nostradamus, es que puedo asegurar, que nada cambiará y basta ver un poco de la increíble fauna política de nuestro Estado, pues quienes pasando la elección del 24, seguirán abonando a este desastre de país, son los mismos animalazos (políticos) de siempre, que lo único que harán, es mudarse de oficinas y en otros casos, renovar la pintura de las actuales.
Porque como ciudadanos, somos adictos a la CoproCracia, es decir, a los políticos de siempre, que con carretilladas de dinero (público) se crean virtudes que no tienen y mucho menos, tienen interés en desarrollar ja, ja, ja. ¿Qué más da?, que con una sombrillita y un slogan (pendejísimo) como: “Fulanito es Honesto” o “Menganito de la mano con la gente”, los ciudadanos seguiremos disfrutando de una rica concha rellena de estiércol y encima, diremos “gracias”, aunque nos lleve el tren a nosotros, a nuestros hijos y por qué no, a nuestros nietos…también.
Nos vemos cuando nos leamos.
@AlbertoPacheco_