LA GUERRA QUE SE AVECINA CAP 12 La banalidad del mal “Del Juicio en Jerusalén…al infierno de Rousseau”

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NO ES PERSONAL…

LA GUERRA QUE SE AVECINA

CAPITULO 12

La banalidad del mal

“Del Juicio en Jerusalén…al infierno de Rousseau”

“El juicio en Jerusalén” es un libro escrito por Hannah Arendt que se centra en el juicio de Adolf Eichmann, un oficial de alto rango de la Alemania nazi que fue uno de los principales organizadores del Holocausto. El libro es una recopilación de los informes de Arendt sobre el juicio de Eichmann en Jerusalén en 1961.

La trascendencia de esta obra para nuestro análisis se centra en la parte anterior al juicio de Eichmann y a sus conclusiones.

El enjuiciado era parte de una Alemania Nazi que condenaba a los judíos sin ningún criterio…más que el de ser judío. Esta manifestación era una evidente, flagrante y atroz violación a todos los derechos humanos y al Estado de derecho. Eichmann se encargó de implementar y poner a prueba la llamada “solución final”. Que era poner fin al “problema judío” una inquisición traída al siglo XX cortesía de un exacerbado fascismo fuera de control.

La banalidad del mal, como la llamó Arendt, es una observación de que el mal no siempre es perpetrado por monstruos o personas inherentemente malvadas, sino que a menudo es llevado a cabo por individuos ordinarios que simplemente aceptan el sistema en el que se encuentran y siguen órdenes sin cuestionarlas. Durante el juicio, Arendt se sorprendió al descubrir que Eichmann no era un fanático ideológico con un intenso odio hacia los judíos. En cambio, él era un burócrata que se dedicaba a cumplir órdenes sin reflexionar sobre las consecuencias morales de sus acciones.

Según Arendt, Eichmann no era un psicópata, sino una persona común que simplemente no pensaba en lo que estaba haciendo. En su opinión, Eichmann representaba “la banalidad del mal”, un tipo de maldad que no surge de una maldad profunda, sino de la ausencia de la capacidad de pensar y juzgar por uno mismo.

“Por justicia, le dije a mi esposa, debemos acudir a Don Corleone”  Bonassera a Vito Corleone

Esta vez sucedió algo muy parecido a la icónica frase que siempre acompaño a la columna. Me sorprendí cuando llego a mis manos la evidencia de un juez que se sentía amenazado, por emitir una resolución con base a su interpretación jurídica.

En esta nueva Puebla, la salomónica, impera la paz y la concordia; me pareció sumamente raro el cambio de timón. El juez en cuestión horas más tarde fue acuartelado y coaccionado, paradójicamente cuasi extorsionado. De manera inmediata mis instintos me dicen que Carlos Palafox Galeana como presidente del consejo de la judicatura, había roto los equilibrios dictados por Salomón y su era de la liberación.

Para mi sorpresa, el causante de dicha amenaza era nada menos que el fiscal General del Estado.

Me relata el interlocutor del juez…permitía que desahogara sus miedos, instruí le sirvieran whisky. No tolero ver a un hombre en esas condiciones. Le interrumpió lacónico…Palafox es un hombre sensato, nunca te haría nada. El amigo del juez había concluido lo mismo que yo. Ambos erramos, había una clara invasión de las atribuciones del poder judicial por parte de la fiscalía. Fin del relato.

Tenemos que diseccionar el caso para poder entender las motivaciones de tal acto. Primero, desde la semana pasada empezaron a circular notas sobre la liberación del periodista Arturo Rueda. Se dicen cosas horribles de Arturo Rueda, en su mayoría son verdad, aunque lo que se discute acá es el estado legal y el apego a derecho, no la calidad de la persona. Lo indefendible no es motivo de esta columna, sino el irrestricto imperio de la ley. No el imperio de la voluntad de un hombre. Y aquí es donde Eichmann-Rousseau e Higuera se engarzan.

Rousseau en 1762 escribió su obra “El contrato social”, obra filosófica que sentaría las bases de los derechos humanos y el Estado moderno. La primicia general es básica: “ceder libertad para garantizar la integridad física y patrimonial”. Este pacto permite a los gobernados tener certeza jurídica. Ante la ausencia de ello, se configura un estado fallido.

Supuestamente un “juez” es amenazado por el “fiscal”. Esa es una clara invasión al poder judicial que nada tiene que ver con la fiscalía, aunado a que el origen del supuesto mal ya no está, la autonomía de la fiscalia es sana, pero no es independiente del depositario constitucinal del ejecutivo, Sergio Salomón.

Vamos hacía atrás, dicho fiscal se convirtió en el Eichmann del gobierno Barbosista. El sistema al que se adhirió le exigía encarcelar a todos los enemigos del régimen, bajo cualquier argucia legaloide.

Los ejemplos no son muchos, SON TODOS los de connotación política. Todas las carpetas de investigación de los perseguidos políticos del barbosismo (más de 600) probablemene cometieron infinidad de pecados en su vida, desfalcaron gobiernos, traficaron influencias, violentadores, y un largo etcétera. Mi intención no es convertirme en un devorador de pecados. El problema es que muchos fueron acusados infundadamente. Otros más fueron encarcelados por absurdos que permitieron sumar otras falsedades para que permanecieran en la cárcel.

El problema es que estoy seguro que hay muchos otros delincuentes detenidos por la fiscalía que merecen la cárcel, esa labor queda tiznada, ya que los excesos cometidos te arrebatan la certeza jurídica y con ello te hacen dudar de quien es inocente y quien es verdaderamente culpable.

Dicen que él es uno más de los que siguen recibiendo mensajes del más allá, de vivos que siguen actuando como los muertos. Salomón está tejiendo fino una sucesión que quiere terza y que la quiere alineada a sus intereses. La postura asumida por el fiscal, de comprobarse la amenaza, es una invasión al poder judicial y a Salomón. No es metaconstitucional.

Entiendo la encrucijada de Higuera. Su hermano tiene una posición privilegiada en el gobierno federal, comprar tiempo podría ser benéfico, o no. Proviene de una familia de juristas con experiencia, que no perimite dilucidar su actuar.

Decíamos que Eichmann era un hombre simple, no odiaba verdaderamente a los judíos, no poseía una maldad profunda; que era un burócrata que obedecía órdenes sin cuestionarse las consecuencias morales de las mismas. Lo hizo hasta que Hitler murió. No sé si Higuera esté consciente de su “banalidad del mal” cometida en el barbosismo contra cientos de personas. No sé si su maldad es profunda o era un burócrata obediente.

Lo que sí sé, es que Barbosa murió, igual que Hitler, por lo cual ya no existe quien dé órdenes de exterminio. ¿Porqué? No existe razón aparente o lógica para que suma a todos en un estado de incertidumbre.

Sí, seguramente los odiadores del “tocino” no lo ven así. Sin embargo, muchos columnistas y periodistas sospechaban que Barbosa solo necesitaba una excusa par convertirlos en los siguientes que pisaran la cárcel. No me preocupa eso sino los ministerior públicos a la órden de lo ilegal y coaccionando jueces. Un estado fallido.

Salomón quiere paz en su gobierno. Palafox es el único que podría, y no debería, amenazar jueces; sin embargo se le ve ecuánime. Higuera sigue en la andnada por órdenes de quién.

Lo más importante es que detrás de las paredes del poder ya se mueven buscando promover un nuevo juicio de Jerusalén, pero en Puebla…los siguientes movimientos del fiscal que se creyó metaconstitucional son vitales, pues no se está enfrentando a la venganza de quienes encarceló, sino a la del hombre al que debería obedecer y escuchar.

 

Salomón sabe que su “juicio” no será público, será oscuro y sin testigos. Aunque bien podría el fiscal seguir hablando con los muertos o adherirse a la nueva política que de tranquilidad a todos.

En cualquiera de los casos, sin importar lo que uno decida sobre el otro, ambos saben que… “No es personal solo son…negocios”

 

Michael Corleone

@corleonemike699