Por: Lucien de Rubempré
Entre Lippmann y Lloyd montados sobre Octavio Paz
Un “Interludio” siempre se antoja necesario como parte de una transición hacía una experiencia más enriquecedora. Este recurso literario y teatral siempre tiene propósitos muy específicos más allá del descanso narrativo (si puedes escuchar un poco de Chopin Nocturne N°2 al leer verdaderamente apacigua esta inquietud).
Mientras escribo estas líneas reflexiono sobre Paz y su laberinto donde nos atrapó desde aquel lejano 1950 hasta hoy.
Senador, Diputado, Senadora, Diputada, exalcaldesa, alcalde; todos y cada uno de ellos, sobrados de tanta “legítima” ambición y ni siquiera pueden voltear a releer al genio analfabeta, o mínimo deberían proponer fuera lectura obligada de educación media.
¡Qué razón tenías! Cuán mejor sería irnos todos a la “chingada”, a la tuya. A aquella abusada y mancillada noble amante prehispánica, jamás indígena, más bien ignorancia arrebatada de los ibéricos. A reivindicarle de tan infame historia e ínfimo gentilicio.
Octavio Paz decía que el mexicano se escondía tras una máscara. Su vulnerabilidad, su genio, su pasión, sus vuelcos, sus girones, todos ocultos. Es una locura menospreciarse tanto a si mismo detrás de una falsedad. Esta breve pieza debía arrebatársela a Mike, al gran Corleone, al final soy solo un neutralizador de su acidez. Disculparán la ausencia de los puntos suspensivos y la icónica frase. Aunque no deben desesperar, como cualquier interludio lleva una pizca satírica, dejándote absorto como impaciente del siguiente acto. En este burlesque hay una invitación al final.
“Public Opinion”, publicado en 1922, es una obra fundamental en el campo de las ciencias sociales y el periodismo, en la que Walter Lippmann examina el papel de los medios de comunicación en la formación de la opinión pública y el proceso democrático.
Por otro lado, Lloyd también aborda en “The Power and the Story” la erosión de la confianza en los medios de comunicación y en las instituciones democráticas, en parte como resultado de la polarización política, la desinformación y las “noticias falsas”.
Hablamos de Paz al principio de la columna, la razón primordial es que desmenuza la hipocresía funcional de México como rasgo inherente a su existencia misma. Traducido en simplicidad, nos mentimos unos a otros para funcionar dentro del sistema. “Sistema” descrito también por George Orwell en aquel mundo distópico suyo de 1984.
Si, Lippmann y Lloyd lograron discernir la profundidad de su crítica aguda como precisa y la respuesta es sencilla. El cuarto poder, independientemente de otros recovecos del gran cuerno de la abundancia, se quedó atrapado en el laberinto de Octavio Paz renunciando a su vocación equilibrante y desafiante al poder. A ese poder desalmado e irresponsable que nos arraso a una Puebla gangsteril, retrograda y sumida en la mediocridad. Donde las hoy líneas, antes surcos profundos, se borraron. Periodistas, políticos, deportistas, policías, militares, profesores, médicos
¿todos delincuentes? Acaso la sociedad entera perdió su brújula. No lo creo. Sé que no es así. Decidimos asumir una postura complaciente y cómoda. Fuimos permisivos hasta excesos criticados.
La intención plena de estos brevísimos párrafos es hacer reflexionar a quienes pueden devolvernos cierto equilibrio. A quienes con su trabajo pueden influir en la opinión pública, pueden informar, investigar y nutrir a la sociedad. ¿Utópico? Mi convicción plena es que en la medida de que los estándares y nuestra exigencia personal crezcan hará que cada uno dé lo mejor de sí mismo. Disfruto mucho de un soneto anónimo que en uno de sus fragmentos suplica: “Que me mueva verte clavado en la cruz”
Si escucharas la suplica evitarías el suplicio, siempre imaginé así se traducía tan amenazante estrofa.
Existen mujeres y hombres dignos todos de destacarse en sus distintos ámbitos. Hoy escondidos detrás de una máscara, permitiendo que los “hipócritas funcionales” se apoderen de la escena. El Cuarto Poder está atrapado en un laberinto que se creó para si. En los siguientes días habrá públicamente de aparecer información, es información, no es nada más que eso. Solo quienes poseen el ojo crítico, la capacidad de análisis y la preparación son capaces de hacer algo más de un simple insumo.
Supongo que al final siempre si nos jugaremos la moral en un volado. Disfruten del resto de la función. Espero acepten generosos la amable invitación a este gran banquete.
“Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques; todo lo demás son relaciones públicas.” – George Orwell
Como diría un connotado periodista poblano. Observa bien: “el periodismo busca la verdad, mientras la difamación solo busca dañar”