De faenas políticas y cosas peores.

Por: Admin

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Soy @LolitaMovi: Tengo una maestría, sé cocinar, hago pole dance, pero mi verdadero talento está en otros lados… alguien me dijo “sexo y poder tratan de lo mismo”

 

Ahora que está de moda ver a los políticos en ropa de “trabajo pesado” —si es que, a unos jeans, botas y una camisa blanca perfectamente planchada se le puede llamar así— tapando baches, pintando fachadas o sembrando árboles en parques, me vino a la mente otra historia de faenas políticas. Una que hicieron para mí.

No es por soberbia, pero debo decir que soy esa mujer que todos quieren conocer, aunque nadie se atreve a admitirlo. Si mi nombre surge en una conversación, fingirán no saber quién soy o negarán cualquier cercanía. Sin embargo, yo los conozco bien. Muy bien.

Hace más de 15 años, cuando mi departamento se incendió, pude comprobar cuánto afecto tengo en la esfera pública de Puebla. No fue un gran incendio, apenas el dormitorio se prendió por una vela que dejé encendida. Pero bastó con que pidiera ayuda a una sola persona para que, de inmediato, tres personajes ofrecieran su auxilio y salieran al rescate.

Aquella ocasión no solo estrené recámara nueva—colchón, cómoda, cabecera y burós—, sino que también me hicieron el favor de cambiarme la sala, aunque las llamas nunca llegaron hasta ahí.

¿Cómo pasó?

Por ese entonces, yo salía con un hombre importante. Priista, claro. Sería una gran pista si no fuera porque la mayoría de los poderosos de Puebla han salido de ahí. El círculo de poder sabía quién me protegía y también sabían de mis habilidades como informante. Yo tenía información de todos. Y mi pareja no solo me protegía, me empoderaba. De vez en cuando, usaba mis datos como moneda de cambio. Éramos una pareja conocida, pero en las sombras, una pareja romántica y glamurosa de delincuentes como Bonnie y Clyde.

Justo en ese tiempo, se rumoró que la esposa de mi pareja había sido víctima de violencia. Digo rumoró porque denuncia nunca hubo. Fue entonces cuando, al correrse la noticia de mi incendio, comenzaron las suposiciones. No, no fue él. Fue un accidente. Completamente mi culpa.

Pero eso no impidió que los Lolitafans se organizaran para ayudarme a mí. Me enviaron de todo, obvio todo con cargo al erario; no fue gratis, a cambio pidieron tres cosas: sexo, cama y besos.

Hubo uno en particular que se ofreció a pintarme el departamento. Bueno, solo la recámara. Y no, no mandó a su ayudante: fue él mismo. Se vistió con “ropa de trabajo”—jeans y tenis recién comprados—y agarró la brocha con la misma torpeza con la que se comportaba en la intimidad.

Fue un desastre, resultó mal amante y político, pero excelente proveedor.

Entonces entendí que, en el mundo del poder, nadie hace faena desinteresadamente. También aprendí que nadie hace las preguntas correctas, pues nadie me cuestionó sobre el por qué o para quién encendí la vela.

 

@LolitaMovi

Tengo una maestría, sé cocinar, hago pole dance, pero mi verdadero talento está en otros lados… alguien me dijo “sexo y poder tratan de lo mismo”