A estas alturas de las campañas electorales, existe un consenso medianamente generalizado -solo varía la diferencia- sobre quién será el próximo Gobernador de Puebla, por lo que salvo para los seguidores del candidato Rivera, para el conjunto de la sociedad civil, nuestra mayor preocupación, ya no es quién ganará, sino con quién gobernará, Alejandro Armenta.
Cosa no menor, puesto que la única manera de respaldar las propuestas o, mejor dicho, promesas de campaña, es con la capacidad probada y comprobada de quienes serán, sobre todo, su gabinete de primera línea y con especial atención, en la parte económica.
Pues es de todos conocido, que Puebla se ha sumergido en una espiral de decadencia competitiva; no llegan inversiones que catapulten y dinamicen al ecosistema económico, no hay empleo de calidad, la precariedad se asienta y los poblanos, cada vez más, sienten que el dinero, fruto de su esfuerzo, alcanza para mucho menos.
Y ni qué decir, de los jóvenes talentos, que, al egresar de la universidad, se encuentran con los salarios más bajos de todo el país y emprender, es prácticamente, una sentencia de muerte, pues la eterna promesa del apoyo al emprendimiento, es solo eso, una quimera, fruto de la falta de entendimiento y capacidad, de quienes han llevado las riendas en materia económica, en nuestra entidad.
Personajes, producto de esta sociedad poblana híper fantocha, adonde pesa más un apellido, que las capacidades profesionales; adonde vale más, ser parte del círculo de mediocridad empresarial (cámaras), que viven de vender espejitos -para posteriormente obtener canonjías- que el prestigio que la innovación le da a sus disque grandes empresas, pues de este último, vaya que carecen.
Lamentablemente, es algo que pareciera, no cambiará -aunque con todo mi corazón, espero equivocarme- puesto que el “equipo económico” que ha conformado Alejandro Armenta, posee exactamente, las mismas características de siempre: personajes unidimensionales de la ortodoxia poblana que, de capitanes empresariales, tienen, lo que de demócrata, tiene Nicolás Maduro, es decir: NADA.
Si bien, desde la parte individual, son personas dignas del mayor respeto, como potenciales funcionarios públicos en materia económica, están lejísimos, de ser lo que Puebla necesita para salir de esta infame mediocridad.
Empresarios de los mismos ramos de toda la vida: constructores y comercializadores, en su casi absoluta mayoría, más uno que otro textilero.
Y es que, ante las grandes disrupciones globales que demandan la integración obligatoria, de las mentes más innovadoras, ¿qué pueden aportar, empresarios, a los que el futuro les rebasó hace mucho?
Empresarios que si bien, por capital económico no titubean, jamás se esmeraron en construir y desarrollar sectores de alta complejidad en la Entidad. ¿Quién de ellos se la ha jugado en el desarrollo de empresas de base tecnológica? ¿Quién de ellos, participa de las grandes cadenas internacionales de valor? ¿Quién de ellos, puede presumir de tener empresas que realmente paguen salarios dignos y garanticen el crecimiento sostenido de sus empleados?
¿Quién de ellos lidera empresas con potencial de unicornio?
¿Quién de ellos tiene la capacidad de competir a nivel internacional en base al desarrollo de innovaciones y valor agregado?
Así es, ninguno.
Hay desde tenores, hasta “profes”, pero de lo que adolece el equipo económico de Alejandro Armenta, es de lo absolutamente más importante: CIENCIA.
Y sin ciencia, ¿sobre qué base pretende impulsar el valle tecnológico?
Sin ciencia, ¿de qué manera pretende atraer a las mejores empresas del mundo para que inviertan en Puebla?
Sin ciencia, ¿de qué manera pretende hacer de Puebla un Hub de electromovilidad y biotecnología?
Sin ciencia, ¿de qué manera pretende hacer de Puebla, el paraíso del NEARSHORING? O acaso, solo seguiremos presumiendo la apertura de Walmarts, Oxxos y demás franquicias que encima, matan al comercio local y pagan salarios miserables.
Todo parece indicar, que Alejandro Armenta, le ha confiado la construcción de algo como el palacio de Versalles, a unos buenísimos veterinarios.
Y aunque les tenga una confianza ciega, no está de más, recordarle que:
Puebla está entre las 10 entidades menos competitivas de México.
Estamos entre las 5 con más pobreza.
La inseguridad se ha disparado a niveles récord, siendo la entidad con mayor número de asaltos al transporte de carga. Nuestras autopistas son de miedo.
Tenemos la tasa efectiva de informalidad laboral, más alta del país, el 70%.
Junto con Chiapas y Guerrero, tenemos el salario más bajo para los jóvenes, menos de 5 mil pesos mensuales.
Que, aunque tengamos casi 300 universidades, no estamos ni en el top 10, de las entidades con más graduados.
Que somos uno de los Estados, con menor número de fuerza laboral altamente cualificada.
Que tenemos uno de los costos más altos por megawatt-hora.
Estamos en el top 10, con peor calidad regulatoria.
Estamos en el top 10, de estados con menos presencia de sectores de alta complejidad.
Que también, ya no tenemos agua.
Y la lista, podría extenderse mucho más…
Porque Puebla no está bien, pese a que nos conformemos con gobernantes buena onda.
Puebla no está bien, aunque se repita hasta el cansancio que somos el asiento de los negocios, la inversión y cuanta chaqueta mental se les ocurre a los funcionarios públicos.
Y si con tenores, constructores, textileros en quiebra y “profes”, se pretende darle un giro de 180 grados a esta necrosis competitiva de Puebla, en definitiva, bien podremos estar…mucho peor.
Es una desgracia enorme, que las grandísimas mentes brillantes, que sí tenemos en Puebla, estén ausentes de un proyecto que según, jura devolverle la dignidad a Puebla.
Es una pena al tamaño del mundo, que los verdaderos creadores, innovadores, disruptivos, los que verdaderamente se la están jugando por Puebla, sencillamente no existan para este proyecto.
Es la mayor infamia, que el apellido pese mucho más que la capacidad.
Es inverosímil, pretender construir futuro, con las mismas ortodoxias del pasado.
Es sencillamente inaudito…
Solo recuerde una cosa, querido próximo gobernador de Puebla, Alejandro Armenta
CUANDO LA CIENCIA ESTÁ AUSENTE DE LOS POLÍTICOS…EL DESASTRE ESTÁ ANUNCIADO.
Nos vemos cuando nos leamos.