¡Devuélveme mi Tupperware! El adiós a la marca que provocó tantas disputas.

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¿Recuerdan esos días en los que las madres mexicanas protegían sus toppers como si de una joya familiar se tratara? Sí, esos días en los que prestar un Tupperware y que no te lo devolvieran era una ofensa digna de desheredar al culpable. Bueno, pues parece que esos tiempos han llegado a su fin, porque la famosa marca Tupperware está al borde de la quiebra, con una deuda de nada más y nada menos que 700 millones.

La competencia llegó y no se anduvo con rodeos: de pronto, cualquier empresa podía fabricar y transformar plástico, claro, la calidad no era la misma, pero, seamos sinceros, ¿quién quiere un topper que cuesta más que el almuerzo que vas a meterle? Ya no es un lujo, es un gasto innecesario, y en tiempos donde la inflación aprieta, pues mejor me compro una sandwichera en la tienda del dólar.

Piénsalo, si puedes comprar un topper en Prichos por 22 pesos, ¿por qué vas a pagar 200 por uno de Tupperware? Y, además, ¿quién necesita toppers cuando hasta el yogurt te viene en un bote reutilizable? Sí, porque ahora ya no tienes que gastar ni un peso extra; simplemente lavas el envase de crema y ahí guardas tu guisado de la semana. Es más, todos conocemos a alguien que rellena la misma botella de agua mil veces. Este es el verdadero golpe bajo para Tupperware: no solo la competencia, sino que ya nadie necesita ir a comprar toppers cuando los productos cotidianos te los regalan, envueltos en plástico listo para almacenar la cena.

Sin embargo, la marca se quedó atrapada en los 90. En vez de renovarse, se aferró a sus raíces de exclusividad. ¿Que esperaban? ¿Que las familias mexicanas siguieran pagando precios altos por un recipiente cuando el salario mínimo apenas alcanza para la canasta básica? Pues no, mijos, así no se sobrevive en un país donde todo sube menos el poder adquisitivo.

Porque claro, aquí no solo estamos hablando de plástico. Esto es un ejemplo de cómo todas las industrias deben entender su mercado. En México, aunque el salario mínimo subió -uno de los pocos, pero grandes logros de AMLO-, la vida también se encareció. Así que, aunque te paguen un poco más, todo cuesta el doble. Las familias ya no están para lujos innecesarios. Y aunque Tupperware creó un estándar en nuestras mentes, reemplazando el nombre genérico por “topper”, como quien dice “Kleenex” en lugar de pañuelo, eso no paga las deudas. La realidad es que los toppers de Tupperware vivirán en nuestro imaginario colectivo, pero poco a poco desaparecerán de nuestros refrigeradores.

A pesar de la caída, hay que reconocer que Tupperware dejó huella. ¿O me vas a decir que en tu casa no hay una jarra, una sandwichera o un escurridor de grasa que tenga más años que tu sobrino? Esas son reliquias, piezas icónicas de una época en la que el plástico aún tenía ese toque de exclusividad. Así que si aún tienes un topper auténtico en tu alacena, guárdalo como si fuera oro. Ya no lo prestes, porque no habrá más.

Hasta aquí el chisme, lo viral, el tamal con crema… y también con pasas.

Me encuentras en todas mis redes sociales como @tamalito_rosa.

Saludos cordiales.