Si al alcalde de Puebla capital, Eduardo Rivera Pérez, se le tuviera que dar una calificación, seguramente sacaría un cuatro, quizás un cinco y a lo mucho un seis. Y es que ha tenido un año bastante pobre.
Basta con caminar por las calles y la imagen de la ciudad es terrible: baches a punto de convertirse en verdaderos socavones, un pésimo alumbrado, montoneras de basura, los ambulantes son incontrolables, la prostitución trabaja sin rubor y el crimen organizado se ha vuelto dueño de las calles.
¿Qué va a presumir en su primer informe?
¿Hablará de cómo consintió a Michel Chain al ser acusado de violencia hacia su pareja?
¿Contará sobre las licitaciones a modo que realiza Bernardo Arrubarrena desde la secretaría de administración?
¿Mencionará al árbol asesino que por negligencia de sus funcionarios mató a un menor?
¿Nos dirá cómo el departamento de normatividad extorsiona a los giros comerciales que carecen de papeles en regla?
¿Rendirá cuentas sobre el por qué en la ciudad hay embolsados y ajustes de cuentas casi a diario?
¿Informará sobre la asignación que se hace desde comunicación social a portales del estado de Morelos afines a personajes del Yunque?
¿Nos explicará por qué el gerente de la ciudad da la impresión de que esta en campaña, y desde ahí ejerce control sobre los secretarios?
¿Revelará los verdaderos motivos de los parquímetros?
A grandes rasgos estos son los temas de Puebla durante la gestión de Eduardo Rivera Pérez.
Queda claro que este no ha sido un año exitoso, ni de logros, ni de resultados.
Pese a lo anterior el alcalde sigue siendo el puntero del partido acción nacional para ser candidato a la gubernatura en el 2024.
La pregunta es: ¿Está preparado para ser gobernador?
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